Escribe: Liz Girelli | Estratega Minimalista & Directora de gestiones digitales.
En un ecosistema digital saturado de mensajes, publicaciones y campañas, hay una verdad incómoda: las marcas que no cuentan una historia pierden relevancia.
Y no se trata solo de creatividad, sino de algo mucho más profundo: la capacidad de conectar con las personas desde un relato que dé sentido a lo que hacen.
Hoy las redes sociales dejaron de ser un simple escaparate de productos o servicios. Son espacios de conversación, de comunidad y de construcción de confianza.
Y en ese terreno, las empresas que comunican solo desde el “qué” hacen terminan compitiendo por precio, algoritmos o modas pasajeras, mientras que las que se animan a trabajar en su narrativa construyen identidad y permanencia.
¿Qué es realmente la narrativa de marca?
No se trata de inventar una historia ficticia ni de escribir un eslogan atractivo. Una narrativa de marca es el hilo conductor que une los valores, la misión y la visión de la empresa con la vida de las personas a las que sirve. Es responder:
- ¿Por qué existimos más allá de lo que vendemos?
- ¿Qué cambio queremos generar en nuestro entorno?
- ¿Qué nos hace únicos en la manera de hacerlo?
Cuando esas respuestas se plasman en la comunicación, cada publicación, cada pieza de contenido y cada interacción empieza a contar un mismo relato coherente y memorable.
El costo de no tener historia
En mi experiencia trabajando con empresas y emprendedores, veo un patrón repetido:
- Se invierte en campañas publicitarias pero no en construir un relato sólido.
- Se generan contenidos “para cumplir” sin un hilo conductor que los sostenga.
- Se delega la comunicación a terceros sin que haya claridad sobre el mensaje central.
El resultado es una marca que habla mucho, pero no dice nada que perdure en la mente ni en el corazón de su audiencia. Una marca diluida.
El poder de las marcas con historia
En cambio, las empresas que trabajan su narrativa logran algo distinto:
- Se convierten en referentes de su sector, más allá del producto que vendan.
- Construyen lealtad y comunidad, incluso en momentos de crisis.
- Generan recordación, porque detrás de cada acción hay un sentido reconocible.
Una narrativa no es un lujo, es una estrategia. Es lo que permite que, en un mercado donde todos venden lo mismo, solo algunos logren ser memorables.
El primer paso
La invitación es clara: antes de pensar en la próxima campaña, siéntense a trabajar en su historia. Pregúntense: ¿qué relato sostiene mi marca y cómo se traduce en cada canal digital?
Esa claridad no solo simplifica la comunicación: abre la puerta a construir un marketing con propósito y a largo plazo.
En definitiva, las redes sociales cambian, los algoritmos también, pero la historia de una marca permanece como su verdadero activo.
Una buena narrativa no solo vende: inspira, conecta y deja huella. Y en un mercado saturado, esa huella es lo que diferencia a las marcas que sobreviven de las que trascienden.
Escribe: Liz Girelli | Estratega Minimalista & Directora de gestiones digitales.