Ciclo’s es un emprendimiento de Villa María que elabora fertilizantes sólidos y líquidos de origen orgánico a base de lombrices californianas y residuos agropecuarios.
El producto se distingue por su capacidad de renovar la vida del suelo, aportando nutrientes esenciales como nitrógeno, fósforo, potasio y carbono, sin químicos ni diluciones.
“Mi fertilizante no solo nutre, sino que regenera la biología del suelo. Tiene efecto prolongado, y su origen es completamente natural”, afirmó Carla Tais, fundadora del proyecto.
En ese sentido, la emprendedora explicó que “el proceso comienza con una mezcla de estiércol, orina de vaca y cáscara de maní, que las lombrices digieren y transforman en un abono orgánico altamente nutritivo”.

“Es un producto residual, que sigue beneficiando al suelo incluso después de la primera aplicación, y se utiliza tanto en macetas como en campos de cultivo y espacios deportivos”, dijo.
Del aula a un nuevo comienzo
La historia de Ciclo’s comenzó en 2016 como una propuesta pedagógica. Carla es profesora de sordos y buscaba una manera práctica de enseñar sobre residuos orgánicos en el Instituto para Discapacitados Auditivos.
Así descubrió las lombrices californianas y armó su primera abonera con tachos reciclados de pintura junto a sus estudiantes.
“Mientras trabajaba en el instituto, mantenía también el proyecto en casa. Con el tiempo fue creciendo hasta que, en 2023, decidí dejar mi profesión y dedicarme de lleno a esto”, contó. Desde entonces, Ciclo’s se convirtió en un emprendimiento con visión empresarial y ambiental.
“El producto que elaboro tiene análisis de laboratorio actualizados cada seis meses para mantener un estándar de calidad. A diferencia de otros fertilizantes, no necesita agregados ni mezcla con agua o tierra. Tiene todo lo que las plantas y los cultivos necesitan, en un solo paso”, explicó la emprendedora.
Una apuesta por el medio ambiente
Actualmente, Ciclo’s produce cerca de 5.000 litros mensuales entre sólidos y líquidos. El proceso, liderado por Carla junto a su hijo y un colaborador, demanda entre tres y cuatro meses por tanda, dependiendo del ritmo de las lombrices.
“El ciclo natural no se puede acelerar. No es como comprar una tela y coser un delantal. Hay que aprender a esperar, a respetar los tiempos del ser vivo que transforma la materia prima”, contó Tais.
El producto ya se comercializa en viveros, campos y clubes deportivos. “Lo que para uno es un desecho, para otro puede ser la solución. Esa es la esencia de Ciclo’s: darle valor a lo que parecía no tenerlo”, señaló.
Desde su participación este año en la Incubadora de Empresas de AERCA y la Universidad Nacional de Villa María, la iniciativa avanza hacia una estructura más sólida.

“Aprendí que emprender no es solo producir. Es también planificar, pensar a largo plazo, vincularse con otros. Y, sobre todo, confiar en lo que una hace”, confesó.
“Mi objetivo es claro: seguir creciendo, generar empleo y aportar una solución concreta para los problemas de salud del suelo y el uso responsable de los recursos”, remarcó la emprendedora y agregó: “Estoy convencida de que esto tiene sentido. Lo que para muchos es basura, para Ciclo’s es el principio de algo valioso. Porque todo en la vida tiene un ciclo, y respetarlo es también una forma de cuidar el planeta”.
«Creo muchísimo en lo que hago, en el producto que genero y me da mucho entusiasmo por el impacto ambiental que tiene», concluyó Tais.