Cuando uno dice Valfré, dice vino.
Son pocos los apellidos que, por vigencia y trayectoria, logran traspasar las fronteras que delimitan las vidrieras de su comercio para ganarse un lugar en el imaginario colectivo de una ciudad.
Sebastián Valfré vinos y espirituosas lo logró en Villa María y una amplia región.
La empresa festejó en este agosto sus 100 años de vida. Es la segunda firma más longeva de la ciudad y ya son cuatro las generaciones que han formado parte de su historia.
Un inmigrante emprendedor
Sebastián “Yani” Valfré (69), titular de la firma y tercera generación, repasó los secretos y la historia detrás de esta empresa.
Fue su abuelo, Sebastián, quien puso la piedra basal de lo que hoy es una vinoteca que trabaja con 56 bodegas y distribuye a 100 kilómetros a la redonda con logística propia.
“Mi abuelo era inmigrante, tuvo una etapa durísima cuando desembarcó acá, pasó mucho tiempo en el campo, y después tomó la decisión de ser un emprendedor”, recordó.
El primer paso que dio ya tuvo al vino como centro del negocio. Aquel piamontés decidió poner “un pequeño boliche” en General Cabrera, donde vendía vinos por copa.
Con el tiempo, empezó a dar alguna variante al negocio, que fue traer uva a través del ferrocarril para que los descendientes europeos del lugar se hicieran su propio vino.
“Pero era casi un desastre por la distancia y la uva no llegaba en condiciones”, explicó “Yani” entre libros y fotos antiguas sobre su escritorio.
El segundo paso que dio su abuelo, que desde el primer momento eligió su apellido para nombrar a su negocio, fue vender vinos en barriles “que la gente se llevaba a la campaña o a su campo en carro”.
El desembarco en Villa María
“Yani” bucea en un mar de recuerdos. Busca un maletín que era de su abuelo y que contiene documentos que datan de los inicios del negocio.
“Llegamos a Villa María porque mi abuelo, que tenía solamente segundo grado de escuela italiana, tuvo la lucidez y la visión de que su hijo estudiara. Entonces lo trajo acá”, destacó.
Cada uno de los que estuvieron al frente de Valfré le pusieron su impronta. En ese sentido, el gran cambio que realizó Antonio, como segunda generación en la firma, fue aplicar orden en la gestión.
“Mi abuelo era el emprendedor rústico, básico, pero con la fortaleza del ahínco y la superación. Después tenés el orden, producto de la educación e instrucción que había recibido mi padre. Fue un cambio sustancial en ese momento”, subrayó.
Como tercera generación, “Yani” se puso al frente de la empresa cuando tenía 19 años: “Estaba estudiando en Córdoba, en segundo año de Ciencias Económicas, cuando mi padre, con 45 años, se enferma”.
Secretos
Valfré no tiene solamente un secreto para explicar cómo lograr la longevidad de una empresa con éxito.
Sebastián repasó una serie de cuestiones que resultaron fundamentales y que marcan la impronta de la familia.
“En las empresas familiares de este tipo, desde que nacés estás incorporando información porque vivías, veías, escuchabas a diario las dificultades, los éxitos, las alegrías, y las angustias”, contó.
“Yo pude sentarme en la mesa diaria del inmigrante y eso te marca a fuego. Te enseña a respetar lo que hicieron quienes estuvieron antes que vos. Me enseñaron a administrar escases. Venimos de familia muy humilde y conocés todos los avatares que tuvieron que superar para posicionarse lenta y paulatinamente”, confesó.
Otra de las cuestiones que considera primordial tiene que ver con “estar atento”.
Al respecto, puntualizó que “Argentina, así como te digo que es un país bendito, es un país donde tenés que estar muy agarrado al timón del barco, tratando que todo lo que pase te dañe lo menos posible”.
“Fíjate la cantidad de fenómenos económicos que han acontecido en los últimos 40 años”, introdujo y recordó una época clave para ejemplificar.
“En los años 70 la familia tuvo un crecimiento, logramos representaciones importantes para esa época, y pasamos de tener nada a tener un auto”, indicó, pero, lamentó: “Luego vino el Rodrigazo”.
Entre vinos incunables y el primer vino Valfré
Caminar por Valfré es respirar historia. La de la familia, y la que cuentan los vinos.
Bajar las escaleras hacia la antigua cava lleva a encontrarse con vinos de los denominados incunables.
“Son los vinos que ya no están en el mercado, ni si quiera en las bodegas, y que están en plena vigencia de sus dotes organolépticos. Eso nos enorgullece porque para eso vos tenés que tener un ámbito en el que el vino pueda sostener una larga vida. El vino es materia viva, si lo descuidas el ciclo es mucho más corto”, indicó sobre las botellas que descansan a sus espaldas.
La familia decidió realizar varias acciones para celebrar el siglo de vida de la empresa.
Una de ellas tiene que ver con el primer vino que llevará su nombre. “No va a ser para comercializar, sino para regalar a amigos y clientes”, aclaró “Yani”.
“Hicimos un vino que tiene características muy particulares porque es un blend de 4 variedades de tinto y un toque de uno blanco. Joven, pero que ya tiene 12 meses en barrica y que tiene un potencial de guarda de 10 años”, describió cuidadosamente.
Valfré lo realizó junto con “una bodega de grandes amigos” de San Rafael, Mendoza, y solo habrá 2023 botellas con la etiqueta que recuerda los 100 años de vida.