Tras dejar su trabajo de trece años en una empresa multinacional, Karina Oliva se encontraba en búsqueda de su verdadera vocación.
Fue así que, en el 2017, y a modo de terapia, incursionó en el mundo de la pastelería.
Hoy, Pastelería OK tiene una idea con la que busca meter en el mercado un modelo de negocio innovador, para “poner el postre al alcance de todos”.
“Un inicio complicado”
“Todo empezó medio complicado, comencé a sufrir ataques de pánico en el lugar donde trabajaba, traté de muchas maneras de solucionarlo, pero, finalmente, decidí que no era el espacio para mí”, contó Karina.
Al respecto, continuó: “Siempre estuve acostumbrada a trabajar y tras renunciar no sabía qué hacer. Empecé a tejer, hacía chalecos, gorros, bufandas. Ni siquiera eran para vender, sólo quería ocupar el tiempo”.
“Busqué apoyo de un psicólogo para orientarme sobre cómo seguir con mi futuro. Durante una sesión, mi psicóloga me sugirió prestar atención a lo que captaba mi interés. Poco después, fui a visitar a mi mamá, como solía hacer, y ese día me sorprendió al mostrarme un antiguo cuaderno mío con recetas de pastelería. En ese momento, supe que quería dedicarme a esto”, compartió la emprendedora.
Desde ese momento, Karina emprendió su camino en la pastelería efectuando su formación en distintas instituciones de la ciudad, como así también asistiendo a cursos en Córdoba y Buenos Aires.
“El paso siguiente a aprender, fue salir a vender. Fue todo un desafío para mí y algo que me costó mucho. Mis primeros productos fueron tortas materas, budines y pastafrolas que repartía en distintos negocios villanovenses”, dijo Oliva.
A su vez, comentó: “La aceptación fue muy buena, excelente. Al paso de un mes ya tenía un recorrido de entre diez y quince negocios, y fuimos sumando más productos como postrecitos, alfajores y tartaletas”.
Posteriormente, la emprendedora decidió optar por la realización de tortas con decoración para cumpleaños y otros eventos. “Mi hijo insistió en crearme una cuenta de Instagram y gracias a la recomendación de organizadores de eventos, mi emprendimiento fue creciendo a pasos agigantados”, indicó.
Asimismo, destacó: “Mi marido siempre me dijo: ‘vos tenés arte en las manos y nunca lo supiste’. Todo se fue dando muy natural y porque la gente me pedía distintas opciones”.
Producción sin fín
Así fue que Karina comenzó a vender tortas y postres individuales a restaurantes de la ciudad.
“En ese momento tuve que dejar la venta en la mayoría de almacenes y buscar la ayuda de mi hermana y una colega, además de invertir en hornos y heladeras”, señaló la emprendedora y añadió: “Para un sólo restaurante producía más de 300 postres individuales por semana, 12 tortas y tartas, más los pedidos de tortas de cumpleaños”.
De igual manera, detalló: “A lo largo de todos estos años, Pastelería OK fue creciendo y ofreciendo distintos productos. He realizado tortas y mesas dulces para bodas y fiestas de 15, tortas con estructura y muchas variaciones en lo que es la combinación de masas y rellenos”.
“Sin embargo, más allá de todos esos cambios, hay algo que siempre permanece y es la calidad. Los presupuestos y compras de insumos siempre son un tema, pero prefiero variar el precio o ganar un poco menos priorizando la calidad”, apuntó.
Torta para uno
La nueva creación de Karina está pensada para que el postre “esté al alcance de todos”, según resaltó la emprendedora.
“La idea es vender porciones de tortas individuales a restaurantes, cafeterías o negocios para que cualquier persona que quiera comer un pedacito pueda hacerlo”, anticipó.
“El tema surgió un domingo almorzando con mi familia. Al momento del postre todos tienen gustos distintos y se comentó la idea de hacer porciones con diferentes rellenos y masas para que cada uno pudiese elegir su preferida”, expresó Oliva y prosiguió: “Ya eran comentarios que tenía de mis clientes y la verdad es algo novedoso y que puede solucionar muchas situaciones cotidianas”.
Del mismo modo, afirmó: “Con la ayuda de mi hijo, buscamos y testeamos el packaging para precisar la durabilidad de la porción cortada sin perder la humedad y el sabor”.
Cabe señalar que el proyecto va a la par con su experiencia en la Incubadora de Empresas, de la Universidad Nacional de Villa María y AERCA.
“Desde hace un año esperaba ser parte de esta experiencia, estoy muy emocionada y aprendiendo muchísimo en cada encuentro”, precisó.
Por último, Karina comentó su deseo de seguir creciendo y poder abrir su propio local.
“Es algo que desde hace tiempo quiero hacer, mi idea es seguir produciendo en mi casa pero tener un espacio para la atención al público y, si todo sale bien, cualquiera que lo desee pueda pasar y comprar su porción de torta para disfrutar”, concluyó.