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Villa María |

jueves 21, noviembre 2024
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Dejaron de producir y vender masivamente para priorizar la sustentabilidad

La Celina es el vivero agroecológico en Villa Nueva donde Ana Ramos y Federico Martilotti producen más de 50 especies y variedades de verduras, aromáticas y flores en forma saludable. Ya no comercializan en el Mercado de Abasto ni utilizan agroquímicos: Un cambio de paradigma que empezaron hace seis años.

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En el barrio Portal del Sur de Villa Nueva, Ana Ramos y Federico Martilotti tienen una huerta agroecológica llamada La Celina.

Hace 15 años que generan alimentos a lo largo y ancho de casi dos hectáreas. Pero, hace seis que decidieron cambiar, tanto la forma en la que producen, como también su modelo de negocio.

En su momento, abastecían al Mercado de Abasto local, es decir, apostando a la producción tradicional y a tener volumen de venta.

Ahora, en cambio, generan alimentos en forma saludable y sustentable, y venden directamente al consumidor final.

Sus principales clientes son de Villa María y la región, quienes se llegan a Zafiro 322 para obtener sus verduras y aromáticas cortadas directamente de la planta.

De la planta a la canasta. Ana recibe diariamente a quienes buscan alimentos producidos en forma sustentable.

También, encontraron en la Feria Franca que organiza la Municipalidad de Villa María otro espacio para poder ofrecer con éxito sus cultivos.

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Venden incluso plantines y proveen a restaurantes de aromáticas y flores comestibles.

Ella es Técnica Agropecuaria y él es Ingeniero Agrónomo. Contaron que decidieron comercializar de esa manera porque “no queríamos mezclarlo con lo tradicional que encontrás en las verdulerías, sino que queríamos diferenciarlo”.

Principalmente, buscan que “la gente la conozca, valore y aprecie” su forma de producir alimentos.

“Veíamos que la gente pedía un cambio, la gente quiere saber de dónde sale la mercadería, que no se usen agroquímicos, entonces decidimos hacer más sustentable la producción”, explicó Ana.

Un ecosistema productivo amigable

Más de 50 especies y variedades nacen en La Celina, en donde Ana y Federico logaron generar un espacio sustentable y amigable con el medio ambiente.

Reemplazaron los productos químicos por abono orgánico y aplican técnicas para producir haciendo que diferentes variedades compartan espacios para que “el ecosistema se equilibre solo”.

En el barrio supo estar lleno de productores o quinteros. Hoy, urbanizado, quedan pocos que aún se dediquen a esto.

“Nuestra actividad no molesta, no produce olores, nada. Veíamos que se venía la población para acá entonces también eso nos llevó a reconvertirnos y pensar en algo que la gente elija. Hoy la gente está contenta de que estemos acá”, resaltó Ana.

Si bien reconoce que aún hay mucha gente que no se enteró de lo que hacen y de que allí pueden comprar, las redes sociales le permitieron llegar a más personas.

Tienen un predio de dos hectáreas, de las cuales una y media está dedicada a la producción.

También, recordaron, durante la pandemia lograron impulsar su proyecto, “porque era un lugar abierto que producía alimentos saludables, mucha gente nos conoció en ese momento”.

De todas formas, más allá de lo económico, Ana subrayó que apostar a otra forma de producir “fue un cambio de vida” y que hoy “medimos el éxito por la cantidad de gente que vino, no por cuanto gastaron, sino por cuántos nos conocieron”.

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