Hace seis años que Ribera es un fenómeno en la movida gastronómica de Villa María.
Por ejemplo, porque sus mesas están llenas desde noviembre a marzo, desde antes de que caiga el sol hasta altas horas de la madrugada.
O, porque lograron no ser “un bar de verano” y que la gente los elija también el resto del año.
Y no solo han hecho pie en el sector, sino que apostaron a expandirse con otras tres propuestas, generando así cuatro unidades de negocios en torno a una marca.
¿Quiénes hay detrás de esta propuesta? ¿Cómo lograron consolidarse? Lo contaron a Mundo Empresas Marco y María Balanza y Arturo Sperat.
Diez meses de trabajo previo
Ribera abrió sus puertas en Villa María en noviembre del 2016. Después de trabajar 10 meses sobre un inmueble donde funcionaba un quiosco y que estaba en condiciones extremadamente precarias.
Marco Balanza, tras algunos años trabajando en el rubro, quería probar con algo propio. Arturo Sperat, amigo y excompañero de trabajo, se sumó a la idea y juntos pusieron manos a la obra para darle forma al espacio que hoy los alberga.
Una porción del éxito que hoy tiene Ribera podría asociarse al esfuerzo y la voluntad con la que se forjó el emprendimiento.
“El lugar nos encantó, la esquina, el tránsito infernal que tiene, pero la casa estaba en condiciones desastrosas, sin cloacas, electricidad, agua, gas, nada. Y a esto súmale que no teníamos un peso. La obra la financiaron mis viejos con mucho esfuerzo”, recordó Marco.
Por eso, ellos tuvieron que hacer todos los trabajos, y un proyecto que pensaban que sería de cuatro meses, les demandó 10.
En el medio, la idea fue mutando, y aparecieron las primeras lecciones de este rubro. “Aprendí que hay que adaptarse a un montón de cosas, no aferrarse a una idea. No podés poner el bar que a vos te gustaría, sino el que la gente quiere”, reflexionó Marco.
Pensaron cuidadosamente el nombre y terminaron abriendo las puertas en el momento indicado “porque desde noviembre a febrero se trabaja muy fuerte”, y la gente respondió inmediatamente.
A punto tal que, confesaron, en la primera temporada habían recuperado toda la inversión realizada: Esto, en parte porque les fue muy bien y, por otro lado, porque se había hecho con algo de dinero, pero también mucho a pulmón.
La primera temporada: “Una locura”
“Tuvimos problemas de inexpertos, abrimos sin una inauguración formal, sin avisar a nadie, fue todo una locura, y quizás tanto tiempo de obra generó expectativa en la gente”, puntualizó el joven de 32 años.
Rápidamente, se chocaron con una realidad que los sacudió y les plantó los primeros temores sobre la posibilidad de continuar con Ribera.
“La gente se iba sin comer después de 1 hora y media de demora. Nos pasó de todo. Fue muy masivo, nosotros sin experiencia, pocos mozos; estábamos lejísimos de lo que necesitábamos”, reconoció.
-¿Tuvieron temor de que, ante una mala primera experiencia, la gente no vuelva?
-“Muchísimo miedo, porque veíamos las opiniones negativas, y a nosotros se nos caía el mundo”.
-¿Cómo lo revirtieron?
-“El miedo a que la gente te haga la cruz y no vuelva más estaba, pero la gente aprendió que a los lugares nuevos le pasan esas cosas. Si lográs reaccionar a tiempo, arreglar los errores, continuar con una buena propuesta, la gente se afianza”.
Diversos factores hicieron que el público vuelva. Por ejemplo, Ribera fue el primer espacio gastronómico en ofrecer cerveza artesanal tirada, previo al boom que se desataría a nivel general.
Esa primera temporada trabajaron de 18 a 7 de la mañana. “Fue una locura”, describieron.
Tras esta experiencia, el desafío pasaba por lograr una continuidad: “Era evidente que habíamos hecho algo importante, pero no es lo mismo ser el bar de moda que poder consolidar eso”.
¿Cómo lo lograron? “Teniendo en cuenta que no tenía que ser el bar que uno quería, sino el bar al que la gente quería ir. No pensar en uno, sino en la gente. Ribera fue pensado para los villamarienses”, confiaron Marco, Arturo y María, quien se sumó como socia luego.
También, reflexionando sobre los tiempos y el manejo del personal, cuestiones que consideran fundamentales.
Una propuesta en expansión
Al poco tiempo de abrir las puertas de Ribera, pusieron en marcha una nueva unidad de negocio.
Ribera Express, a escasos metros de distancia, fue consecuencia del crecimiento que venían teniendo.
“Ribera nos quedó chico, por ejemplo, no teníamos delivery, ya nos habíamos agrandado lo más que pudimos, y apareció la oportunidad y decidimos encararlo”, puntualizaron.
En principio, la intención fue ofrecer una especie de fast food, pero no lograron mecanizarlo y avanzaron con el take away.
Pero, además, en ese inmueble también tienen una sala de producción de comida tanto para Ribera como para Ribera Pampa, que incluye también una panadería y fábrica de pastas. Incluso una oficina y una cámara de refrigeración.
La tercera apuesta fue Ribera Pampa, en enero del 2020. La propuesta en Avenida Libertador 129 estaba en venta y estos jóvenes emprendedores vieron otra oportunidad.
“Apostamos y le buscamos la vuelta, agarramos deuda, y terminamos haciendo el lugar por completo, porque queríamos generar impacto con algo nuevo”, detallaron.
“Amamos lo culinario, la comida. Villa María es un motor en ese sentido. Lo que perpetuó en los años Ribera fue la comida, cerveza hay muchos lugares que lo tienen o que se dedican específicamente a eso. Nosotros lo tenemos como un complemento a la comida”, argumentaron sobre lo que los empuja diariamente.
La última apuesta
Ribera Vivo es la última unidad de negocio que pusieron en marcha. La cual, paradójicamente, “va en contra de la lógica comercial”.
Es que, desde hace un año, el parador que armaron junto al monumento al Gaucho ofrece recitales y eventos gratuitos a beneficio.
“Es un espacio que tenemos que pulir muchísimo, potenciarlo, hoy no cierra desde lo comercial, pero es una inversión que hacemos para que en algún momento cierre”, subrayaron.
“Ribera Vivo está a punto de abrir como parador. La idea es hacer distintos eventos, no solo recitales, sino que sea un lugar donde se puedan compartir otros eventos culturales, reuniones, las instalaciones están para hacer un montón de cosas”, agregó Arturo.
De hecho, esta temporada de verano prevén ofrecer 20 shows a lo largo de tres meses, una movida jugada y superadora incluso comparado con lo que se ve ciudades con mayor desarrollo turístico.