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Villa María |

jueves 05, diciembre 2024
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Un viaje al interior de la firma que recorre millones de kilómetros en ruta

Sin proponérselo, Mario Brondello debió asumir la responsabilidad de comandar los hilos de la empresa que iniciaron sus padres. Con los años, Pedrolga se convirtió en una compañía logística con presencia nacional e internacional.

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Pedrolga es una empresa logística que nació de la mano de Aldo Brondello y Elsa Bianco a principio de los ´70. Y que uno de sus hijos, Mario Brondello, hizo crecer exponencialmente desde inicios de este siglo.

La historia detrás de esta firma villamariense, que solo en 2020 recorrió más de 4 millones de kilómetros en ruta, está escrita en delicados capítulos. Pero fue concretamente uno de ellos el que marcó un antes y un después.

En el año 1999, Mario recibió la triste noticia del fallecimiento de su padre. El abogado estaba desempeñándose profesionalmente en Rosario y tuvo que decidir si continuar con su carrera o volver a su tierra y tomar las riendas de la compañía.

Nacimiento

Aldo y Elsa comenzaron la empresa con dos Bedford. “Mi padre había manejado camiones, había sido chofer en otras empresas y había tenido un emprendimiento con su hermano, incursionado en autotransportar su propia mercadería. Esa sociedad se divide y Aldo elige seguir con la cuestión del transporte. ¿Eran expertos? No, era en lo que se sentían cómodos”, recordó Mario, quien tiene bien presente la historia que forjó Pedrolga.

En aquel momento, el actual Director General de la compañía que cuenta con unos 60 empleados, tenía unos 15 años. “No pensaba en ese momento que iba a terminar en la empresa. Pero sí, en el hogar, en la mesa, se habló siempre de lo que se estaba haciendo, eran charlas cotidianas”, expresó en cuanto a cómo fue entendiendo de qué se trataba el trabajo de sus padres.

Mario habla pausado, como quien elige cuidadosamente las palabras entre tantos recuerdos atesorados, y rememora que “en aquel momento, en la década del ´80, los camiones entraban al patio de mi casa, y ahí se les hacía mantenimiento”. Pero, más allá de la fuerte influencia de la empresa en su vida diaria, contó con el apoyo de sus padres para estudiar abogacía en Córdoba.

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La decisión

Para los ´90, la empresa de Aldo y Elsa ya estaba algo más modernizada, contaba con más unidades y ampliaba sus horizontes comerciales con clientes de importancia. “Infelizmente mi padre muere muy tempranamente a los 62 años, en el ´99, y me tocó una etapa de la vida de decidir si seguir trabajando al servicio de otras empresas o venir a tomar las riendas de una empresa que mi padre y mi madre, con mucho esfuerzo, habían llevado adelante durante tantos años”, planteó el esposo de la doctora Mildren del Sueldo y padre de Antonella, Stéfano, Sofía y Natalia.

– ¿Qué influyó en usted al momento de tomar esa decisión?

“Fue una combinación de cosas. Primero debo destacar el apoyo de mi familia, de mi esposa, que, habiéndonos cambiado a vivir a Rosario, jugó un gran papel que ella aceptara volver a Villa María. Segundo, el respeto. El respeto por el trabajo y la entrega que habían tenido mis padres en tantos años. Y tercero, la apetencia de ser independiente. Uno sabía que a través de esta empresa mi padre había podido ser independiente y en lo más profundo yo también tenía la intención de serlo”.

Temores

Mario es reflexivo y sincero cuando reconoce que los temores que tuvo en esa transición fueron muchos. “Si tuviera que hacer un listado, necesitaría un rollo de papel muy largo”, graficó.

Asumir la gerencia general de la empresa, que en ese momento contaba con una flota de siete unidades, lo obligó a “ponerse el overol, ir al patio de donde estábamos y compartir con los choferes y la gente que trabajaba con nosotros”.

“Yo sabía cómo era, lo había vivido, lo había escuchado a mi padre toda mi vida, pero tuve que desempolvar esa cuestión y dedicarme ciento por ciento a aprender y preguntar. A pedir ayuda. A confiar de que lo iba a poder hacer. Confiar de que Dios te va a ayudar si sos creyente o que la vida te va a ayudar, si no lo sos”, reconoció.

“Yo soy un convencido de que la regla general es la abundancia y que la excepción es la escasez. Hablando de la toma de decisiones, si uno se percibe como un generador, entiendo que la abundancia es la regla”, confesó.

“Si una semilla tiene una carga energética y una base de datos ahí adentro, y solo con esa carga energética puede multiplicarse y ser un árbol, cómo un hombre, con voluntad, decisión y esmero, que tiene esa energía y esa carga genética no va a poder generar. Hay que confiar y ponerse en acción, porque el miedo lo primero que hace es inmovilizarte. Hay temores, pero el gran desafío es quebrar esa inercia y ponerse en acción”, apuntó quien hasta el día de hoy es acompañado por los consejos de su madre, Elsa.

-¿En qué momento Pedrolga logra crecer y tomar mayor magnitud?

“Se podría hablar de distintos eventos históricos que, mirados para atrás, uno dice aquello que me pareció tan tremendo, tan malo, tan bueno, fue un peldaño más en el crecimiento. En plena crisis del 99, nosotros éramos proveedores de Cargo Servicios Industriales como fleteros. Como disminuyó tanto la carga apareció una oportunidad de abrir la empresa a Brasil y el cliente era el mismo, Renault. Fue un desafío que se me presentó en ese momento y la escasez de ese momento casi que nos empujó a aceptarlo. Que parecía absolutamente inmenso, inconmensurable, pero había que hacerlo. Eso nos llevó a que tuvimos que abrir la empresa a Brasil, creamos Pedrolga Limitada Do Brasil para poder facturar allá, para poder contratar y eso nos abrió otra ventana. Nos encontramos después, en pleno 2003, 2004, habilitados para transporte internacional con un incremento de demanda muy importante. Y ya instalados en el transporte con Brasil, así que ahí pasamos a ser proveedores de Peugeot. Esa exposición nos trajo otros clientes y entramos a trabajar con quienes incluso hoy mantenemos, como Arcor, Illolay, entre otros”.

Pedrolga hoy está lejos de ser solamente una empresa de transporte, que fue la primera definición que adoptó la empresa. Ya con una de las hijas de Mario en el directorio, Antonella, actualmente, definen la visión de la compañía como “una organización inteligente que aprende a aprender”.

“Y ya no nos visionamos solo como empresa de transporte. Eso amplió nuestra visión de nosotros mismos. Cuando nos dimos cuenta de que éramos capaces de buscar otros horizontes, los negocios empezaron a aparecer, las oportunidades empezaron a aparecer”, destacó. Así es como, por ejemplo, nació Pedrolga Cross, una nave logística para recibir, almacenar, agregar valor y enviar mercadería de terceros. Actualmente operando allí mercadería de Saputo que se exporta a 50 países del mundo.

Más allá del brillante presente de la firma, y del sólido pasado, Mario Brondello no duda al momento de responder cuál fue el periodo más fructífero de la empresa: “Para Pedrolga, la mejor época es la que viene. El futuro de Pedrolga va a ser la mejor época. El futuro es lo que más me entusiasma de Pedrolga”.

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