Don Emilio es el brazo que une a las grandes marcas y empresas, con los negocios de cercanía, kioscos y almacenes. Es uno de los espacios comerciales de Villa María que más gente recibe de la región. “Es el lugar donde intentamos que el billete de 10, valga 12”, definió Gabriel Giraudo, socio gerente del autoservicio mayorista.
Desde la empresa familiar intentan ser aliados y trabajar en conjunto con quienes tienen sus pequeños y medianos comercios en los distintos barrios, o en los diferentes pueblos, y que los eligen como su mayorista por excelencia. Son, en definitiva, quienes con su esfuerzo trabajan no solo para su rentabilidad, sino para la de cientos de pequeños comerciantes.
“Nuestra función es pelear a capa y espada con las empresas, para que entiendan que somos un distribuidor bajo techo, que la gente tiene que venir a autodistribuirse, venir a buscar su precio”, enfatizó en cuanto a la tarea de negociar con las principales marcas, y remarcó que “tratamos de ser un puente entre las empresas que no llegan directo a los negocios, y los negocios de cercanía”.
Gabriel, quien junto a su hermano Pablo llevan adelante la firma, -y también la fábrica de quesos que comercializa productos con la marca Duy Amis y Grupo Mharnes, un tambo modelo-, planteó, en ese sentido, que si bien “estamos en una ciudad que es muy linda para todo”, en cuanto a consumo “es chica, no le movemos la aguja a nadie”. Esto genera que “las empresas te dicen aumentó y aumentó, y bueno. Es una lucha permanente que no se ve, que es desgastante, y que muchas veces te hace ir a tu casa con bastante angustia”.
Es que su preocupación no termina en los límites de su negocio, sabe que su aporte es a la economía local y regional: “Porque no solamente afecta la pérdida de competitividad en tu góndola. Uno piensa en toda la gente que tiene que vender. Si yo esta noche voy a jugar un partido de padle, termino, vamos a la esquina y el almacén tiene la Coca 200 pesos y la viste en un supermercado a 120, tu reacción no va a ser dejar de tomar el producto, tu reacción va a ser no ir más a ese lugar”, lamentó dejando a la vista el compromiso que sostiene con quienes son sus clientes.
“Si nosotros no cuidamos ese detalle, no tenemos a quién venderle. Entonces es una pelea permanente con todos los actores, proveedores, para poder ser competitivo”, resumió.
Por otro lado, la experiencia en el rubro le permite comentar que “también está la parte que tiene que hacer el almacenero que es entender que debe trabajar en el surtido, la variedad, los precios… algunos lo entendieron y les fue bien, otros tienen una receta de antes y no están dispuestos a cambiar”.
“El negocio de cercanía es algo que no tiene que desaparecer nunca. Porque ahí te enterás si se recibió la hija de aquel, si se casó el otro, si cambió el auto tal otro. Es un gran lugar que tiene que aprovechar el almacenero, todo ese tiempo que el vecino está ahí generar ventas, generar ofertas”, remarcó Gabriel.
La bandera del trabajo
Don Emilio es una empresa familiar. Un espacio en donde, además de Gabriel y Pablo, trabajan también sus hijos. “Don Emilio es lo que podemos hacer día a día. Tratamos de hacer lo mejor y dar lo mejor, pero estamos en un escenario donde los frentes de tormenta son de distintos lados. La ves venir de allá, la encarás de frente y de repente te pegó de costado”, expresó Gabriel sobre el trabajo diario en el mayorista.
“Lo que tenemos que hacer es mantener el barco en el agua. Todos los días amanecemos así, salimos, marcamos un punto de referencia y queremos llegar ahí. Casi nunca llegamos, y cuando llegamos es óptimo. En el medio hay un montón de cosas que pasan. Pero lo importante es no perder tripulación, ni ganas, ni esfuerzo”, resumió.
En la firma, nadie le esquiva al trabajo. Si hay algo que se puede observar fácilmente en el lugar es a los Giraudo dedicándole horas a su empresa. “Estamos muy contentos de lo que es Don Emilio”, confesó.
Además, reconoció que “es un negocio de familia en donde muchas de las decisiones se toman con el corazón y las cosas se hacen con el corazón; y cuando pasa esto, es muy difícil que vos analices muchas cosas, porque no estás usando la razón, y en este caso los que hacemos Don Emilio usamos el corazón”.
“Estamos muy agradecidos a Villa María, a los comerciantes, a la zona. Somos muy felices todos los días de estar acá adentro y de poder seguir un legado familiar que es la bandera del trabajo. Tal vez hayamos nacido con menos capacidades que otras personas porque tenemos que trabajar muchas más horas, pero lo hacemos con gusto, somos felices acá adentro”, reflexionó.
¿Cómo definiría la filosofía de Don Emilio? “Nos levantamos todos los días a vender hoy más que ayer, y nos acostamos todas las noches pensando cómo vender mañana más que hoy”.
La cuarentena
La sucursal de Avenida Perón de Don Emilio, que tiene más de 5000m2, se encuentra en un lugar estratégico que les permite ampliar la población activa de 90 mil personas a unas 200 mil por la zona de influencia y la región. Además, está cerca del Mercado de Abasto. Otro punto a favor.
“Las personas que vienen a Villa María de la zona son de un poder adquisitivo medio, medio-alto, y eso potencia la ciudad”, indicó.
Durante la cuarentena, Gabriel explicó que “aparecieron clientes nuevos, otros que se fueron cayendo, pero creo que los negocios de cercanía estuvieron menos complicados que las grandes superficies” ya que la gente no recorría grandes distancias para comprar, sino que iba a los lugares más cercanos y volvía a encerrarse.
Duy Amis renovó su imagen
La familia Giraudo está al frente de una fábrica de productos lácteos que se comercializan bajo la marca Duy Amis. En el último tiempo, se pudo observó una renovación de imagen, la cual deviene de “una inversión que estamos haciendo para que la gente vea un cambio”.
Gabriel, mencionó que este restyling se debe a una necesidad de evolucionar. “Si bien lo de adentro es lo mismo, todo el mundo cambia. Cambia la Coca, cambia Nestlé. No es un ahorro no cambiar, sino que es una mala inversión quedarse en el tiempo”, apuntó.