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Villa María |

domingo 28, abril 2024
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Un emprendimiento que apuesta por las segundas oportunidades

Kura de Oro es una marca textil villamariense que desarrolla modelos con diseños grabados y de serigrafía sobre telas “de descarte”. Leysa Oro contó que se inspiró a crear su emprendimiento a partir de una técnica ancestral japonesa que comparte sus valores. Además, intenta reducir el impacto ambiental que produce esta industria.

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De convertir las segundas oportunidades en una idea de negocio fue como nació Kura de Oro en Villa María.

Es una marca textil con desarrollo de modelos grabados y serigrafía con diseños pensados para jóvenes sin distinción de género y cuerpos “reales”.

El proyecto surgió por parte de la serigrafista Leysa Oro, quien se inspiró en crear su emprendimiento a partir del Kintsugi, una técnica ancestral japonesa basada en la resiliencia.

Se trata de un método de reparación que celebra la historia de cada objeto.

“Cuando una vasija se quiebra o se rompe, mediante esta técnica, las personas unían cada una de sus piezas con oro en polvo y extractos de plantas nativas, de allí proviene el ‘curar con oro’”, introdujo la joven.

“Esto daba como resultado un objeto mucho más valioso, no solo monetariamente sino también por el trabajo y el amor con el que se unía cada parte”, explicó la también estudiante de Animación Sociocultural.

En ese sentido, comentó que Kura de Oro “también va por ese lado, darle un toque especial a cada prenda y que las personas se sientan cómodas, sin importar el género”.

A su vez, destacó que “también apuntamos a cuerpos reales, con un estilo oversize y respetando los talles”.

Segundas Oportunidades

Al hablar de la producción de las prendas, Oro mencionó que consigue las telas en la tienda textil Segundas Oportunidades, en Buenos Aires.

“Es un lugar que selecciona telas discontinuas, de descartes u olvidadas en talleres y, que -de otra manera-, terminan como residuos gigantes en los basureros, porque hay que decir que la industria textil es la segunda industria más contaminante del mundo”, apuntó.

Un emprendimiento que apuesta por las segundas oportunidades
Mesa de trabajo. La joven consideró que la serigrafía tiene «la magia de lo artesanal».

La serigrafista subrayó que dicha tienda textil les ofrece telas “que son de primeras calidades” y que eso “conlleva un valor agregado al poder reutilizar y reinsertar nuevamente a esas telas en el mercado”.

A su vez, resaltó que actualmente Kura de Oro se encuentra en la etapa de diseño de prototipos.

“Desde hace dos años participo en distintos programas nacionales como ISUM y GIN, y también en IncubaCor, que me permitieron ir moldeando el proyecto”, reveló.

Su idea ahora es “salir a la cancha con colecciones de cápsulas”.

“Estamos pensando en las siguientes temporadas y en que puedan reunir los diseños que fuimos creando, como camisas, pantalones, capas de pilotos, remeras y gorras”. <span class="su-quote-cite">Leysa Oro</span>

Leysa agregó que “estamos pensando en las siguientes temporadas y en que puedan reunir los diseños que fuimos creando, como camisas, pantalones, capas de pilotos, remeras y gorras”.

Cabe destacar que Kura de Oro planea presentar su primera colección en diciembre próximo “para que todos puedan regalar algo único”.

“Cada diseño lleva algún elemento creado con serigrafía o grabado. Diego Carriazo es un artista plástico que trabaja con nosotros y nos dio ciertas técnicas de grabado que estamos implementando”, señaló Oro.

Incluso, bromeó: “También pueden llamarse manchas porque son diseños bastantes abstractos y que le dan un estilo bien diferente a cada prenda”.

De igual manera, apuntó que “se trata de hacer diseños únicos y no producciones en serie que generan miles y miles de prendas por año”.

“Vivir de algo que me guste”

Tras consultar por qué decidió emprender, Oro relató: “Trabajé muchísimos años como empleada, estuve viviendo en Brasil tres años y siempre trabajando, sin disfrutar de todo el viaje”.

Un emprendimiento que apuesta por las segundas oportunidades
Leysa plantea sus diseños para que tengan un «toque especial», también que sean «para cuerpos reales».

Allí, una situación cambiaría su visión de las cosas.

“Tuve un accidente de auto con un amigo, quien falleció, y eso fue un gran aprendizaje para mí. Me llevó a darme cuenta de que, si quería pasar la vida trabajando, que sea de otra forma, aprovechando el tiempo y haciendo lo que me gusta”.

“Volví a Argentina y comencé con Madre Selva, un espacio cultural donde pude conocer muchísimos artistas pero que debí cerrar por la pandemia”, recordó Leysa.

Agregó que, “en ese contexto, y al estar en casa, me dediqué a aprender el oficio de la serigrafía, que siempre me llamó la atención y, al no haber tantas personas que se dediquen a esto, supuse que me podría dar una salida laboral a futuro”.

Asimismo, puntualizó que al principio se adentró en este mundo de manera autodidacta, pero también fue consultando con otros serigrafistas locales.

“Iba a los talleres a tomar unos mates y hacer todas las preguntas que tenía, fueron muchos los que me dieron una mano”, indicó.

“Si bien hay impresoras que hoy en día hacen diseños perfectos, la serigrafía tiene una magia de lo artesanal que conlleva una meticulosidad en cada paso y hace que todo el proceso sea hermoso”.<span class="su-quote-cite">Leysa Oro</span>

En Kura de Oro, Leysa trabaja junto a Romina Rodríguez, especialista en Marketing, y con diferentes costureras de Villa María y Villa Nueva que son sostén de hogar.

“En el taller, también realizamos estampados para terceros, haciendo distintos pedidos. Muchas veces ayudo con el diseño, cuidando todos los detalles para que los productos salgan de la mejor manera”, destacó.

Adaptar el trabajo con los valores personales

Más allá de las dificultades relacionadas al contexto económico y la compra de maquinarias e insumo, Leysa subrayó lo que tuvo que atravesar como emprendedora.

Lo que más me costó fue adaptar el trabajo a mis valores, el ser consciente de la contaminación que produce la serigrafía por los productos que se utilizan y la cantidad de agua que conlleva fue algo que me marcó mucho”, planteó.

Un emprendimiento que apuesta por las segundas oportunidades
Kura de Oro fue parte de la preincubadora de empresas para validar su modelo de negocio.

Es por eso que, reconoció, investigó distintas técnicas para hacer su labor de una manera más amigable o amena con el medioambiente.

“Utilizo productos a base de agua, no sintéticos, reciclo muchísimos materiales y trato de cuidar bastante todo lo que consumo”, reveló la emprendedora y continuó: “Se trata de adaptar Kura de Oro para que represente aquellos valores que queremos transmitir”.

En ese sentido, se refirió a los planes a futuro para su emprendimiento.

“Nosotros tenemos una idea, de que todas aquellas prendas que fueron compradas en Kura de Oro puedan volver y ser reutilizarlas, teniendo un beneficio para las personas que las traen de vuelta y para nosotros en transformarlas en algo más”, adelantó.

“Incluso, una vez que ya no se puedan reciclar más, hay plantas que se encargan de convertir ese producto en algo más. Buscamos que todo sea circular”, sumó la joven.

Por último, y teniendo en cuenta las proyecciones a futuro, Leysa apuntó en que su marca pueda replicarse en distintos puntos del país.

“Pienso en que se pueda ir ramificando el proyecto, tejiendo redes y creando conciencia en los productos que consumimos y utilizamos”, concluyó.

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